Desdibujo tu sonrisa con mi dedo, que bañado en chocolate amargo recorre tus labios. A mordiscos comienzo la travesía por tu cuerpo , bajo por tus hombros , me detengo. Prosigo, me afilo la uñas y comienzo a dilacerarte, arriba-abajo , lenta y tortuosamente mis yemas dan el primer roce y disfruto del aroma que desprende tu cuerpo, y de la simple idea de tu sexo enhiesto.
Pero me percato del amor no consumido, no consumado, no constituido y decido no sólo dilacerar tu piel, sino tus sueños, cavar , cavar hasta toparme con lo más endeble de tu ser y si me equivoco, queda lo superficial allí donde Deleuze asegura que se halla lo más profundo.
Que de mi escritura y mi cuerpo entre tus manos pasajeros no conciben la estadía e intentan colarse de vez en vez entre tus días; entre alguna de las páginas de tu vida.
la embriaguez
de los puntos suspensivos ...