Su historia comienza en el México virreinal cuando en 1524 Hernán cortés mandó a colocar la primera piedra; justo en el cruce de las calzadas ancestrales que conducían al templo mayor;
al cruzar las rejas que la resguardar, el visitante pertenece ya, a la mística del lugar; es entonces cuando descubre un mágico juego de luces y sombras que lo transporta a un sitio donde solo es él y su silencio.
Tres décadas de trabajo lograron hacer del interior del recinto una obra de gran riqueza cultural que combina elementos renacentistas, barrocos y neoclásicos.Pero su belleza no sólo se encuentra en la piedra y la madera, en los retablos de oro o los candiles de cristal; su verdadero encanto brota de los muros que susurran; de los de las velas que lloran, de los labios que cantan sin dejar escapar el sonido. En la luz que se cuela por los vitrales y en las notas de los órganos monumentales que te atrapan en el tiempo.
Tres siglos de historia encapsulada en catorce capillas, habitadas por los oleos de Juan correa y Cristóbal de villa pando, máximos exponentes de la pintura en la América virreinal.
La nave se hunde quizá por el peso de la historia pero los esfuerzos coordinados entre México y España han logrado mantener vivo el esplendor de uno de los monumentos más importantes de la ciudad.
Treinta campanas, regresan al visitante a la realidad de la urbe. Donde el eco de los propios pensamientos no será, mas que una simple reliquia.
Treinta campanas, regresan al visitante a la realidad de la urbe. Donde el eco de los propios pensamientos no será, mas que una simple reliquia.
°Karla , Ma. Magdalena
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