Albardumen, albardumen y el sonido no cesa. Albardumen trepa por la azotea y lanza flechas desde lo alto que en dirección al jardín se depositan en el centro de los girasoles. Albardumen no lo sabe; pero desde hoy, los girasoles serán la visión invertida de su andar. A partir de hoy las manecillas del gran cucu caminarán hacía el lado contrario , desde este punto en adelante, Albardumen no lo sabe pero no volverá a contemplar la luna de octubre.
Trato de llenar palabras, de propiciar encuentros que me alejan, trato de evitar tu sombra porque muy en el fondo me dueles. Cala directo cuando por las mañana tengo ansias de escuchar tu voz, sutura el olvido mis labios porque ya no te besan. Porque por las noches ya no habrá charlas que me estremezcan.
Por momentos sueño que la distancia me sigue quebrando; pero estoy mintiendo porque ésta sencillamente desapareció. Ya no hay distancia para amarnos, porque has decidido cerrarme la puerta. La justificación es vaga; me duele reconocerlo. Pero lo sabes y lo sé. Te amo. Tan sólo me dediqué a cometer mil errores, pero y los aciertos. Dónde quedan.
Tuve entonces visiones de una vida compartida y ahora debo desbaratarlas, descomponerlas una a una. Dónde se supone que debo colocarlas, qué hago con los espacios en blanco que tanto conflicto me causan. Qué hago con la desesperación que se extingue, con la confusión que me invade. Con la seguridad de saber que te quiero a mi lado, pero con la realidad de que no puedas adaptarte a mis brazos.
Pediré entonces que me sigas compartiendo tu esencia, que no dejes de capturar los instantes y que intentes por sobre todas las cosas hacerte de pura textura. Porque después de todo detrás de la coraza hay pura sinfonía para mi cuerpo, pura cura para mi alma. Hay entre el cuerpo y el pensamiento un cariño inquebrantable expresado en fisuras.
Después de todo querido tú
Somos como los gatos en un cuadro de Alice Rahon
Como perdidos In a Landscape de John Cage
Como el acero en una escultura de Manuel Felguérez
Somos pura composición hecha vida que se adapta según la estación, según el lugar, según el color. Soy después de todo querido tú, aquella que te aguarda en silencio, la que no pide cartas ni diarios, tampoco fotografías. Soy querido tú la que al mirarte después de tantos años sabrá reconocerte de entre las multitudes. Después de todo eres querido yo el que asesina mis miedos con una sola mirada, el que me aguarda en la madrugada para cederme un espacio en su cama.
Y así tú… Por ahora esto sólo queda en mis pensamientos, como quien recuerda que debe hacer la tarea y no la hace.