lunes, 23 de julio de 2012

Al caer

Había algo en mi corazón que no funcionaba, la verdad que ardía profundo, aunque era más una sensación inexplicable, algo como soñado cuyo cometido era arrancarme la vida lenta y tortuosamente. Escuché su voz del otro lado del estanque, quise cruzarlo pero fue inútil, mis pasos se desvanecieron en el fango. Fui cayendo, cada vez más profundo y en la caída mi cabeza se golpeo contra una piedra, entonces perdí la conciencia. Me desperté asustada y con el cuerpo helado, era de madrugada, el viento soplaba como petrificando mis mejillas y mis manos, tiritaba; tenía miedo.


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