Había algo en mi corazón que no funcionaba, la verdad que ardía profundo, aunque era más una sensación inexplicable, algo como soñado cuyo cometido era arrancarme la vida lenta y tortuosamente. Escuché su voz del otro lado del estanque, quise cruzarlo pero fue inútil, mis pasos se desvanecieron en el fango. Fui cayendo, cada vez más profundo y en la caída mi cabeza se golpeo contra una piedra, entonces perdí la conciencia. Me desperté asustada y con el cuerpo helado, era de madrugada, el viento soplaba como petrificando mis mejillas y mis manos, tiritaba; tenía miedo.
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