Hace dos meses erróneamente pensaba que uno tenía derecho a la reivindicación. Salí del DF huyendo de una vida que ya no me apetecía, más que eso, me lastimaba. Estaba convencida que en otra ciudad podría encontrarme conmigo misma y podría sanarme. Así fue, descrubrí que hay situaciones que no deseo más en mi vida; hay vidas que a uno le van y otras que no. Simplemente no me va, no me va despertar con esa inmensa grieta en el pecho, ni con esas dudas y reconstrucciones de instantes con base en recuerdos difusos...
La mayoría cree que lo disfruto pero el goce se encuentra tan lejos de la realidad.
Lo real aquí, es que como sociedad no creemos en la reivindicación. Ahora comprendo a los drogadictos, ahora comprendo a los alcohólicos, ahora comprendo a los dementes. Hagas lo que hagas nunca creerán en ti, te colocarán una esvástica que cubrirá todo tu cuerpo; porque desde los ojos de esta sociedad no existe la redención. Te dicen una y otra vez que te salves y cuando lo haces, vuelven de algún modo y bajo cualquier pretexto a colocarte ese punto negro en la frente.
Sonrío desde el averno, desde el rincón de los insalvables...Confío en ti con la misma intensidad que tu no lo haces, confío en ti en la cercanía y en la distancia. Trazo tu rostro a cada instante mientras que tú- soplas desesperadamente para desdibujar la silueta de mi rostro. Y me entristece, me lastima que entre todos, seas tú precisamente quien no me regala esa oportunidad. Apesar de no conocerme, decides que para gente como yo, no es admisible la esperanza.