Tomaba mi mano y me miraba diciendo –El mundo está jodido, y yo lo único que pensaba era - Sí, nuestro cerebro está jodido. Y jodidos nuestros labios que insisten en permanecer cercanos sin esperanza alguna. Jodidos como mis ojos que no son tuyos o suyos, que muy a contra de los cánones marcados son de fragmentos; de suspiros de tierras del sur, tanto como de climas templados o de noches humeantes.
Tomaba mi cara y la recorría con sus delicadas manos diciendo –el mundo está jodido y enloquezco. – Sí , así como enloquezco yo tratando de hallar mi origen. Buscando en el roce de tu cuerpo una pista para el retroceso. Menos una caricia, menos un beso, menos un abrazo, menos un adiós.
Tomaba mi hombro para dibujarlo con sus uñas a todo esto, diciendo – eres maquiavélica y cínica. Sí pensaba yo. –Soy maquiavélica y cínica tanto como la Venus de las pieles. Hermosa y perversa, sólo que yo me fragmento. Estoy compuesta de pasatiempos, soy pasajera de mi propia existencia como de la suya o la tuya.
Tomaba mi boca y la colocaba frente a la suya, entonces no decía nada. Sólo me miraba fijamente intentando detenerse. Pero no era su culpa, tampoco la mía…