Querido Tú:
Ya fueron dos veranos lejos, como dos primaveras y dos otoños; cómo la banca ausente afuera de casa, como el soplido del viento que no halla dónde chocar. Y fue también el invierno sin nosotros, como lo fue la catedral de Ulm en su punto más alto. Así pasaron los días; y guardé la ilusión de ver al menos a papá para mandarte mis saludos, pero no fue así. Quise entregarle un libro en cuya dedicatoria decía: para el amigo que se hizo en la distancia y del cual parece que nunca serán tangibles sus abrazos, para el amigo de cada ocho que en realidad lo encuentro a diario, pero lo percibo únicamente en mi memoria. Así te recuerdo con tu andar torpe, tus manos grandes y tu cabello lacio-dorado cubriendo tus encantadores; ojos azules.
Ya fueron dos veranos lejos, como dos primaveras y dos otoños; cómo la banca ausente afuera de casa, como el soplido del viento que no halla dónde chocar. Y fue también el invierno sin nosotros, como lo fue la catedral de Ulm en su punto más alto. Así pasaron los días; y guardé la ilusión de ver al menos a papá para mandarte mis saludos, pero no fue así. Quise entregarle un libro en cuya dedicatoria decía: para el amigo que se hizo en la distancia y del cual parece que nunca serán tangibles sus abrazos, para el amigo de cada ocho que en realidad lo encuentro a diario, pero lo percibo únicamente en mi memoria. Así te recuerdo con tu andar torpe, tus manos grandes y tu cabello lacio-dorado cubriendo tus encantadores; ojos azules.
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