Dijo que partiría de mi vida y apesar de, no quise que nuestras miradas volvieran a cruzarse, probablemente muy dentro de mí, me ha quedado claro que este es un adiós; adiós mi leona fueron sus últimas palabras, yo simplemente dije adiós.
Y mientras un círculo se cierra otro me sorprende con tangentes; aquél que me pidió me fuera para siempre de su vida, ahora me dice que vuelva, me dice que me ha esperado todo el fin de semana, dudo un poco y me pregunto si no es parte de una venganza, pero al final le creo. Ajeno a mi naturaleza, decido no ir, decido no prolongar esa tangente sino darle continuidad a mi nueva historia, a mi nuevo espiral.
Un día te sorprende el amor, así como es, absurdo. Un día decides dejar las otras historias para aventurarte en una que pudiera terminar en tragedia, pero está tan lacerado tu corazón, que lo mismo da aventarse o no al vacío.
En cuestión de meses, esa llaga durante años abierta cicatriza y surge la esperanza.
martes, 16 de octubre de 2012
viernes, 12 de octubre de 2012
Carta desde el averno
Hace dos meses erróneamente pensaba que uno tenía derecho a la reivindicación. Salí del DF huyendo de una vida que ya no me apetecía, más que eso, me lastimaba. Estaba convencida que en otra ciudad podría encontrarme conmigo misma y podría sanarme. Así fue, descrubrí que hay situaciones que no deseo más en mi vida; hay vidas que a uno le van y otras que no. Simplemente no me va, no me va despertar con esa inmensa grieta en el pecho, ni con esas dudas y reconstrucciones de instantes con base en recuerdos difusos...
La mayoría cree que lo disfruto pero el goce se encuentra tan lejos de la realidad.
Lo real aquí, es que como sociedad no creemos en la reivindicación. Ahora comprendo a los drogadictos, ahora comprendo a los alcohólicos, ahora comprendo a los dementes. Hagas lo que hagas nunca creerán en ti, te colocarán una esvástica que cubrirá todo tu cuerpo; porque desde los ojos de esta sociedad no existe la redención. Te dicen una y otra vez que te salves y cuando lo haces, vuelven de algún modo y bajo cualquier pretexto a colocarte ese punto negro en la frente.
Sonrío desde el averno, desde el rincón de los insalvables...Confío en ti con la misma intensidad que tu no lo haces, confío en ti en la cercanía y en la distancia. Trazo tu rostro a cada instante mientras que tú- soplas desesperadamente para desdibujar la silueta de mi rostro. Y me entristece, me lastima que entre todos, seas tú precisamente quien no me regala esa oportunidad. Apesar de no conocerme, decides que para gente como yo, no es admisible la esperanza.
viernes, 10 de agosto de 2012
"Mi malsana tristeza"
Nostalgia llamada hogar, mi reconfortante cuarto en la azotea, los
paseos en bicicleta, el francés, los botellas de whisky, la tristeza...
lunes, 23 de julio de 2012
Al caer
Había algo en mi corazón que no funcionaba, la verdad que ardía profundo, aunque era más una sensación inexplicable, algo como soñado cuyo cometido era arrancarme la vida lenta y tortuosamente. Escuché su voz del otro lado del estanque, quise cruzarlo pero fue inútil, mis pasos se desvanecieron en el fango. Fui cayendo, cada vez más profundo y en la caída mi cabeza se golpeo contra una piedra, entonces perdí la conciencia. Me desperté asustada y con el cuerpo helado, era de madrugada, el viento soplaba como petrificando mis mejillas y mis manos, tiritaba; tenía miedo.
miércoles, 20 de junio de 2012
Porque Miguel te ama
Abrir una lata,
alimentar al perro, peinarme, pintarme las uñas y tirar la basura, sentirme
miserable, calmar mi ansia ingiriendo chocolates, luego mezcal, consumir una
botella, luego otra, otra, perder el conocimiento, perder el control de la
situación, desmallarme en medio de la sala, que mi vecino toque a la puerta y
yo no responda, que el perro ladre, que yo no responda, que esté seguro que estoy adentro, y yo no responda, que se
piense unos veinte minutos si entrar por la azotea, que lo haga, que llegue a
la sala y me encuentre tirada en el suelo, pálida, que me despierte zangoloteando
mi rostro consciente de que he bebido botellas y botellas, que me recueste
sobre el sofá y me cuente un cuento de Chejov, que yo le hable cuando está a
punto de terminar El pabellón número 6, que él me sonría, que me estreche tiernamente
entre sus brazos y bese mi frente, porque Miguel me ama, me ama estúpida y
apasionadamente desde el primer día en que me conoció.
jueves, 17 de mayo de 2012
Conversaciones sobre Makina
Aquella
tarde la piel bronceada de Makina leyó mi código maya, juntas nos sentamos a
observar la fuente mientras sus manos dibujaban la luz que según ella Dios le
había otorgado; me contaba sobre Pakal y Orión, me decía que mi vida estaba
vinculada con Perú, que probablemente algo me uniría a ese lugar, de la misma forma
en que un día Dios me había hecho caer desde el otro lado del agujero negro.
Makina
dice que soy especial, un tanto lúgubre, dice que vengo desde un sitio muy
cercano a Él, y que por alguna razón aún desconocida, caí en este mundo.
Mientras ella hablaba, la saliva resbalaba ligeramente por la comisura derecha de sus labios, tenía un olor extraño, no su saliva, ella. Ojos gatunos color miel, labios delgados, nariz pequeña, un cabello lacio y corto con un pequeño copete que le cubría el ojo derecho, mientras que el izquierdo era imposible no mirarlo, cuando bajo éste se encontraba un hermoso lunar que la hacía lucir más extraña, pero también más encantadora.
Makina no se detenía, hablaba, hablaba y hablaba; ni si quiera los 9 años que llevaba viviendo en México habían logrado que Makina disminuyera su acento francés. Por momentos, sobre todo cuando sonreía, me recordaba a Fany. Sí, esa mujer francesa que conocí justo un mes antes de que regresara a su país. Por su puesto que salió de esta tierra huyendo del amor, del desamor. Aunque para ser francos Fany parecía no pertenecer a ningún lado, sus travesías por centro y Sudamérica, la convertían en una exiliada.
Mientras ella hablaba, la saliva resbalaba ligeramente por la comisura derecha de sus labios, tenía un olor extraño, no su saliva, ella. Ojos gatunos color miel, labios delgados, nariz pequeña, un cabello lacio y corto con un pequeño copete que le cubría el ojo derecho, mientras que el izquierdo era imposible no mirarlo, cuando bajo éste se encontraba un hermoso lunar que la hacía lucir más extraña, pero también más encantadora.
Makina no se detenía, hablaba, hablaba y hablaba; ni si quiera los 9 años que llevaba viviendo en México habían logrado que Makina disminuyera su acento francés. Por momentos, sobre todo cuando sonreía, me recordaba a Fany. Sí, esa mujer francesa que conocí justo un mes antes de que regresara a su país. Por su puesto que salió de esta tierra huyendo del amor, del desamor. Aunque para ser francos Fany parecía no pertenecer a ningún lado, sus travesías por centro y Sudamérica, la convertían en una exiliada.
Es verdad que todas las razas tenemos una característica que nos hace únicas, los franceses son así, ¡chistosos¡ Quizá el hecho de que me recordara a Fany, me había dado pauta para platicar cerca de una hora con ella, aunque más que una conversación parecía un monólogo. Una de esas lecturas del tarot a la que siempre había querido ir, pero no lo hacía por vergüenza, ya sabes la pena de que alguien te vea saliendo de uno de esos consultorios esotéricos.
- Para hallar a tu pareja ideal, debes cerrar ciclos, todos los ciclos que hayas dejado abiertos en algún punto de tu vida, debes cerrarlos; incluso debes abrir esas puertas que tanto te atemorizan y limpiar las cosas que no te han permitido avanzar. Y espera, por acá tus últimos dos sueños me dicen que estuviste muy ligada a Santa Ana, también a Juárez, debes descubrir quién eras en esa época, quién estaba cerca de ti y averiguar que te hizo tanto daño, como para que en tu presente y en tu ahora, te siga haciendo ruido. Cuando lo descubras, abre la puerta, límpiala y ciérrala para siempre, pídele a Dios que te dé fuerza, dile que te ayude, rencuéntrate con él.
Esa
charla había comenzado conmigo pintándome las uñas de la mano izquierda y había
terminado justo en el momento en que le daba el último brochazo a la uña del
pie derecho. Mi ciclo con Makina estaba cerrado, probablemente nunca más la
volvería a ver. Ella quería tomar sus cosas y marcharse hacia el volcán, lo que
Makina no sabía es que el Popocatépetl estaba a punto de hacer erupción.
Antes
de irme la miré fijamente a los ojos y le agradecí por la lectura del código,
pero como lo esperé desde un principio, la cosa no paró ahí. – Bueno pues
muchas gracias, mucha suerte con lo de tu trabajo, espero te paguen, le dije
amablemente.
-También
tú, mucha suerte en tu entrevista, pero cómo me dijiste que te llamabas, -Ah
sí, Isabel ¿y tú? Makina, mi nombre es Makina.
-No
te creo, ese no es un nombre francés, le dije mirándola con cara de ¡para de
mentirme! A lo que respondió – En verdad ese es mi nombre, mi papá era árabe. –Pues
qué nombre tan encantador le dije y cuando estaba a punto de dar el primer paso
para marcharme a casa, me pregunto – ¿Te vas a casa caminando? , sí por qué le
respondí –Será qué en el camino me puedas dar algo de comer, no he comido nada
desde la mañana.
-Mira
por qué mejor no hacemos esto, le dije… sí un poco enojada, convencida de que,
desde un principio lo único que Makina buscaba era dinero. Aunque había sido lo
suficientemente hábil como para hacerle saber que no podría darle ni un peso,
pues llevaba días sin empleo.
…
Voy a casa, busco algo de comer y regreso, no tardo, en verdad que no tardo,
qué te parece, le pregunté, ¿me esperas? – Sin poder decir más, asintió.
Corrí
a casa y busqué en la alacena, estaba vacía.
Recordé que una noche antes habíamos comprado un poco de botana, que por
cierto no nos habíamos terminado. Y con la pena de regresar con las manos
vacías, tomé una bolsa de papás y caminé hacia la fuente.
Le
entregue la bolsa, le ofrecí disculpas por no poder compartirle algo más
saludable y me fui, sin mirar atrás.
Una
semana después mientras caminaba frente a La Prensa me detuve a curiosear en
los periódicos, naturalmente pura nota roja, el titular era claro: Intenta salvar a un perro y muere arrollada. La imagen
también era clara, la mujer de la fotografía, no podía ser otra que Makina.
viernes, 17 de febrero de 2012
Mitos sobre las sombras
"Dicen por ahí que las sombras cuando mueren adoptan una consistencia tangible que las materializa en hueso y piel".
La sombra ejecuta la orden, se pasea por las calles de la ciudad como lo que es (una sombra). De pronto se topa a otra sombra que lo saluda cordialmente y esta nueva sombra lo invita a un callejón oscuro en el que podrán practicar los movimientos más codiciados en el mundo de las sombras. Apenas un faro ilumina el callejón y se abre el escenario para las múltiples figuras que desarrollan las sombras. De pronto son camellos y de pronto conejos, en otra instante son demonios y al siguiente búhos y venados; así pasan la noche las dos sombras jugando a perderse en un bosque improvisado en el que las ratas que recorren el callejón le dan un toque de realismo a la velada. Los contenedores de basura son montañas y los postes grandes árboles.
Sin percatarse del tiempo que han pasado divertidas, la luz del día las alcanza. En cuanto este primer rayo de sol las toca, las sombras van perdiendo su forma y comienzan a incorporarse al ambiente, en unos pocos segundos ya son etéreas. Y en la trasformación una de ellas le grita a la otra “mismo callejón, misma hora”…
Son ya cuarto para las nueve y una de las sombras se alista para el rencuentro, se cuelga sus mejores trapos y se maquilla como para una función espectacular, los labios rojos, cabello suelto. Sin dudarlo, la sombra luce encantadora.
Sale de casa con dirección al callejón, pero entre tanta lluvia el tránsito de la ciudad incrementa, esquiva paraguas y multitudes vestidas con gabardinas negras, se cuela entre ellas y hace hasta lo imposible por llegar puntual a la cita. Pero oh sorpresa cuando está a unos pasos del callejón se topa con que la avenida que lo conduce al mismo, está en obra. Hay un lodazal del infierno y se toma su tiempo pensando si debe o no ensuciar sus zapatitos de charol -después de todo la noche cubre la mugre; pero es tan distraída la sombra que cuando alza la cabeza para pensar que hacer, se percata que hay una luna llena encantadora y rojiza, así se le van los minutos contemplándola.
Mientras tanto al otra lado de la avenida justo en el callejón, la otra sombra escucha unos pasos ¿eres tú? Pregunta la sombra, pero no recibe respuesta. Siente un poco de miedo pero es más su emoción por jugar con la otra sombra que decide ignorarlo e intranquila espera.
-Vaya ironía; entonces una sombra más alta y robusta, que la de la noche anterior, se acerca a ella y le pide todas sus pertenencias, pero la sombra está rota, lleva meses desempleada.
Molesta, la sombra Robusta lo azota contra la pared y le pide que no le haga perder su tiempo. La otra sombra nerviosa y asustada busca en sus bolsillos y arroja al suelo unos cuantos pesos y el reloj que le ha regalado su padre antes de morir; cuando la Robusta se agacha a recoger las cosas, muy valiente la otra sombra le patea la pistola y la cara, pero aún con miedo en las entrañas hace un grito de auxilio, que sobresalta a la Robusta. Ésta enfurece y antes de partir dispara contra la sombra, la Robusta escucha pasos y sale corriendo. La Robusta al abandonar el callejón choca contra la sombra Despistada que llega tarde a la cita - pero se ignoran.
Recordando que horas antes, la lluvia había sido un infierno y entre los truenos se había averiado el alumbrado, la sombra despistada no lograba distinguir nada en el callejón. Pensó que quizá la otra sombra se había cansado de esperar y había partido, pensó también que con tanto desorden en la ciudad, al igual que ella, se le pudo haber hecho tarde, - pensó mil cosas. Y como eran tantas sus ganas por verla. Decidió esperar; se pasó horas y horas caminando de un lado a otro del callejón, buscó la luna pero ya no estaba. Se le fue el tiempo buscando estrellas, imaginando como sería la otra sombra en carne y hueso.
Así tocó al pavimento el primer claro de luz y se fue expandiendo por todo el suelo. Pero la sombra Distraída se negaba a desaparecer, entonces se fue apartando hacia los sitios aún no tocados por el sol, caminó de espaldas y se tropezó, cuando echó la mirada abajo vio un cuerpo muy bien vestido con una balazo en la sien. La sombra sorprendida dio un pasó en falso y zammm fue alcanzada por la luz. De nueva cuenta se hizo etérea.
Fin
jueves, 19 de enero de 2012
Claroscuro
Paisaje perverso el de tus brazos en el que nos hacemos sombra, mientras me observa la ciudad moribunda con sus ojos de cordero. Maldita enfermedad la tuya, la de pintarme así; en claroscuro.
Pero peor es mi manía, esta de entregarme a tus tinieblas… así sin parpadear.
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