martes, 8 de septiembre de 2009

Carta abierta 2


Querido Tú:

Ya no se contar, pues desde tu partida olvidé de razonamientos. Lo último que recuerdo de éstos me llevan al abrazo previo de tu huída forzada, deseada. Recuerdo que aquel día razoné nuestra infancia y nuestra adolescencia y me percaté de una cosa; mi dolor seguía ahí anclado a mi pecho y tu sonrisa en cambio cada día resultaba más pura. Y yo estaba tan orgullosa de verte partir hacia nuestra “tierra prometida” donde no se acaba el sol. Donde el nombre de la hija que nunca tendré, donde nuestra cabaña frente al mar, nuestro barco de vapor y nuestras mil aventuras por el atardecer. Y cuando el abrazo terminó supe que quizá no regresarías, pero tu magia me lo dijo, alzaste tus canicas de ámbar y me lo hicieron saber. Mi rugido junto a ti vibraría por siempre roahhh.

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