martes, 15 de marzo de 2011

Relato de una partida


Unos labios con restos de ti, un ave que emprende el vuelo y un cuerpo enfermo que desde entonces no hace más que necesitarte. Un timeline vacío, directos sin tus iniciales, un ordenador sin alma que se estruja queriendo escuchar el sonido de tu llegada.

Acabo mi sopa que fue consumida como en día de resfriado cuando a nada sabe, ahí en la mesa mis codos sostienen toda mi impertinencia, mis manos cubren mi rostro y tallan los ojos como queriendo reconocer la realidad, pero se rehúsan a mirarla, en cambio se aferran a dibujarte como entre sombras pero a dibujarte a pensarte como en un cuadro de puntillismo; a colores sí, pero borroso.

Voy a la habitación la que solía ser tuya y mía, miro nuestra cama solitaria, apenas removida por unas cuantas pesadillas, tomó las llaves que aguardan junto a tu fotografía, salgo de casa y parto a la estación, me subo al tren sin mirar atrás y evitando tú recuerdo y justo cuando estoy lista para olvidarme de ti, el sonido del tren que arranca me remonta a la primera vez que te conocí…

2 comentarios:

Raul A. Garcia dijo...

lo bueno de no subir al tren, es volverte a conocer en pensamiento.

Clon Adrián dijo...

Tu despedida no es un pañuelo al aire, son sueños separándose. Ojalá supiéramos el arte de unir retazos y descubrir la belleza en la variedad de las partes.
Me gusta tu blog ;)