jueves, 26 de febrero de 2009

Huyendo...


Una vez más vuelvo a perderte, a dónde es qué vas con tanta desesperación. En ocasiones creo que todo sería más fácil si un día cualquiera tomarás tus maletas y te fueras lejos; en cambio lo único que haces es perderte en cercanía. No puedo respirar, ni siquiera lo notas. ¡Qué bonita, qué bonita!, la vio pasar y no pudo detenerla, iba tan aprisa, su cabello se movía de un lado a otro, pero sus ojos no brillaban. ¡No te vayas, no te vayas!, intentó gritarle pero había perdido la voz. Pudo rozarla, y entre el murmullo de las calles transitadas distinguir el sonido que producía el latido de su corazón.
Elizabeth siguió caminando de frente; no miró a su alrededor, Elizabeth se consumía entre las calles de una ciudad que le resultaba ajena. Corrió lo más rápido que pudo, y cuando estuvo a punto de tocarla, la imagen de Elizabeth se desmoronó ante sus ojos.

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